Por Teodoro Rentería Arróyave
El jueves 6 anterior, la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP, nuestra organización gremial continental, denunció la criminal represión del gobierno ultraderechista de Colombia contra el pueblo indefenso, ahora los resultados se pueden catalogar ya como delitos de lesa humanidad.
El portal Alai-AmLatina, en su servicio regular, nos hace saber que al grito de protesta de la gente, al “NO” al empobrecimiento creciente, que parece ser ya la norma, el gobierno reprimió ferozmente las manifestaciones con elementos de la Policía y el Ejército, utilizando tanques de guerra y armas de alto calibre con munición real.
La represión histórica que se sufre, añade el servicio, es una de las peores en el continente americano, mismo que alcanzó un pico máximo en estos días, con una cantidad aún imprecisa de muertos y heridos.
El motivo: un entrecruzamiento de causas donde lo principal es la estructura misma de la nación, dada por una pequeña oligarquía dominante con enormes masas paupérrimas que, cuando intentan alzar la voz, solo reciben palo. A lo que se suma la presencia imperialista de Estados Unidos, que ha tomado el territorio colombiano como una base militar propia con la que puede controlar buena parte de Latinoamérica.
Con toda energía “la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP, repudia enérgicamente la represión desatada por el gobierno de Colombia -encabezado por el presidente Iván Duque– contra el pueblo de ese país, que ha ganado las calles en demanda de profundos cambios económicos y sociales.
La FELAP, reclama en particular, por el respeto a la vida de periodistas y comunicadores, amenazados, perseguidos y asesinados por un Estado que, desde hace muchos años, ha practicado el terrorismo contra miles de referentes políticos, sindicales y sociales. Firma el presidente Juan Carlos Camaño.
En efecto, en Colombia se vive un clima de violencia generalizada desde muy largas décadas, que se explica por la pobreza crónica y estructural, lo que crea un clima de inestabilidad permanente. A ello se suma la presencia de una importante narcoactividad que representa el 2 por ciento del Producto Interno Bruto, el PIB,
De hecho, nos advierte el análisis, en Colombia se afronta la guerra civil más prolongada de todo el continente, cuyos orígenes se remontan a la década de los 50s. Las consecuencias de todo esto son fatales: además de las cuantiosas pérdidas materiales, ese prolongado conflicto ha ocasionado cerca de un cuarto de millón de muertos, incalculables heridos, 70,000 desaparecidos, numerosas violaciones sexuales de mujeres y más de cinco millones de desplazados internos
‘Algo se tiene que hacer, no podemos permitir que se perpetúe el conflicto a pesar de que hay poderosos intereses en juego. Acabemos con el criminal negocio de la violencia de la ultraderechista oligarquía colombiana, que sólo reditúa beneficios a los grupos de poder internos externos’