Por Teodoro Rentería Arróyave
Históricas peticiones de perdón hizo México por las brutales agresiones a mayas y a chinos. Así califica la prensa extranjera las decisiones en tal sentido del presidente Andrés Manuel López Obrador. Aquí, ante el periodo electoral, todo se nos va en descalificaciones absurdas y estériles.
La palabra perdón, nos ilustran las enciclopedias, es un compuesto de los vocablos latinos “per” que significa paso o dejar pasar, y “don” que quiere decir regalo. Implica dejar de lado una ofensa, renunciando al castigo material o moral (indemnización, odio, rencor, deseos de venganza) que podría peticionarse o sentirse como resarcimiento, ya sea a pedido del ofensor o por propia decisión del agraviado. A veces nosotros mismos somos quienes nos castigamos o perdonamos por nuestros actos que juzgamos por medio de nuestra conciencia, de acuerdo a nuestras propias reglas éticas.
Esa prensa extranjera, califica de “un evento simbólico y también histórico”. Tras haberlo anunciado durante dos años, describe: El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador viajó a la península de Yucatán para pedir disculpas a los pueblos mayas por los abusos cometidos contra ellos en los cinco siglos transcurridos desde la conquista española.
Y destaca, “Es la primera vez que un presidente mexicano pide disculpas a las comunidades mayas por tales agravios”. ‘Por un imperativo de ética de gobierno pero también por convicción propia ofrecemos las más sinceras disculpas al pueblo Maya por los terribles acontecimientos y abusos que cometieron particulares y autoridades nacionales y extranjeras en la conquista durante los tres siglos de dominación colonial y en dos siglos del México independiente’, dijo López Obrador.
En el ámbito jurídico hay ciertos delitos privados que admiten el perdón del ofendido, como por ejemplo en las injurias. En el ámbito civil pueden condonarse o perdonarse las deudas entre particulares, o a veces de parte del mismo Estado, cuando por ejemplo perdona ciertas deudas impositivas, o más frecuentemente sus intereses, a través de planes de moratorias. Las penas impuestas en causas penales pueden ser perdonadas por el Estado, llamándose a esta acción, indulto.
El perdón es una posibilidad que la religión judía en el Antiguo Testamento concede a Dios y a los hombres, apareciendo ya en el Evangelio como exigencia moral. El Dios cristiano piadoso perdona los pecados de quien se arrepiente sinceramente. El cristiano pide perdón a Dios por sus pecados a través de la confesión. El Islam también promueve el perdón entre los hombres y concede tal facultad a Ala, que es del perdón su fuente original. El budismo recomienda el perdón para beneficio del karma (energía personal).
Sigo con la prensa extranjera cuando publica: “Como sucede en todo el mundo, la historia de los pueblos registra tiempos de esplendor y grandeza, así como momentos de oscuridad y vergüenza”, han sido las primeras palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador en el acto que ha ofrecido disculpas por una de las masacres más soterradas en la historia moderna de México.
Entre el 13 y el 15 de mayo de 1911, revolucionarios maderistas y ciudadanos de Torreón, Coahuila, asesinaron a 303 personas de origen chino. Ahora se ha dado una oferta de perdón inusual, que ningún otro presidente había hecho a esta comunidad asiática en México, y en el que López Obrador reconoce la violencia xenófoba cometida por los que son usualmente sus amigos en la historia: los revolucionarios maderistas. Pero un evento en que López Obrador fortalece los lazos que nos unen con China.
Presente en el acto simbólico, como invitado especial, el embajador de China en México, Zhu Qingqiao, expresó: “Hoy se consuela a las vidas perdidas y se curan las cicatrices”, al recordar que las relaciones diplomáticas entre los dos países se restablecieron hace 49 años. “China está dispuesta a trabajar con México para fortalecer nuestra tradicional amistad y profundizar la cooperación”, enfatizó.
Para los católicos, el Símbolo de los Apóstoles vincula la fe en el perdón de los pecados a la fe en el Espíritu Santo, pero también a la fe en la Iglesia y en la comunión de los santos. Al dar el Espíritu Santo a su Apóstoles, Cristo resucitado les confirió su propio poder divino de perdonar los pecados: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.
Y remató con la oración máxima del cristianismo cuando clama en su parte fundamental: “Perdona nuestros pecados como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
El problema de una parte de la sociedad mexicana, identificada como creyente, es que se atreve a desconocer por razones puramente político-electorales, el dogma de pedir perdón y ser perdonado.