FELIPE SÁNCHEZ CRUZ
VIERNES 10 DE MARZO DE 2023
UN VERDADERO placer fue otear el jugueteo de un ave de plumas blancas que observé ascendiendo al punto más alto que le era posible surcando el cielo.
AL LLEGAR a la máxima altura comenzó a aletear desenfrenada y alegremente, el aleteo era rapidísimo, súbitamente dejaba de hacerlo para dejarse caer en picada (como si hubiera fenecido). Cuando estaba a punto de llegar al suelo, planeó, extendió sus medianas alas, aleteó suavemente y volvía a elevarse al cielo. Llegando al punto más elevado, nuevamente detenía su ascenso y comenzaba a aletear a una velocidad inusitada, no para volar, parecía más un simple juego.
OTRA VEZ, bruscamente deja de aletear, se deja caer –como inerte– al suelo, antes de llegar al piso, planea y con suaves aleteos nuevamente asciende al cielo, y vuelve a hacer, en lo alto, el ritual del aleteo desenfrenado y vuelve a repetir su jugueteo. Las aves también juegan.
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