EL MITO puede hacer grandes a las sociedades. Los Estados Unidos de Norteamérica, creyeron en el destino manifiesto lo que los coloca en el pueblo elegido de Dios (In God We Trust –en Dios confiamos– dicen los dólares) para expandirse y resguardar al mundo. Lo mismo sucede a los exitosos judíos, que se consideran a sí mismos el pueblo elegido de Dios. La otrora poderosa nación azteca, se sabía así misma la elegida del Dios Huitzilopochtli y gracias al ímpetu que les dio esa creencia erigieron el poderoso (pero odiado por los pueblos conquistados) imperio azteca.
AQUÍ alguien mitificó su propia imagen; creo el mito de ser el mejor presidente de la historia, de haber logrado el mejor sistema de salud del orbe; se vendió como un gigante y demás. Pero ese mito, aquí no trajo un ímpetu de cambio ni transformó a la sociedad. Hay mitos que benefician; otros que hunden.
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