Por: Javier HERNANDEZ CORDOVA
Hay algo que ya no me está gustando de los desenlaces que se le están dando a muchos de los temas del conflicto que vivió Oaxaca en el 2006, porque, intervinieron tantos actores en la comedia, que ahora ya fuera del escenario y sin el maquillaje, muchos ya no tiene la cara de villanos y otros ya no se parecen nada a los que eran los héroes. Lo que sí, el público como que está un poco o bastante decepcionado, porque para muchos no fue el final esperado. ¿O será que como en las novelas clasificadas como Best Seller, el autor solo espera el éxito de su obra para escribir una segunda obra?
Ahora que, después de la tempestad, ya vuelve la calma, y que podemos mirar un poco a la distancia lo ocurrido en aquellos terribles días que a nadie le gustará volver a vivir. Se me ocurre evocar un poco a aquel consejero del príncipe, cuando le sugiere que, a la primera oportunidad posible se procure algunos enemigos, buscando que estos sean aparentemente fuertes, para que, en su momento, los pueda derrotar a su gusto. De esta manera sus verdaderos enemigos lo pensarán dos veces antes de atacarlo o enfrentarlo, por que temerán a ser derrotados también.
¿Cuántos “enemigos” de la actual administración estatal eran realmente enemigos y a cuántos hoy se les puede ver disfrutando del producto de esa “enemistad”?
No me estoy refiriendo a aquellos ilusos que inocentemente cayeron en el juego de la primera revolución del siglo 21” o que argumentando ser parte de una “ guerra de inteligencias” se fueron con la finta.
Cuando me refiero a los “enemigos” estoy hablando de los que disfrutaron directa o indirectamente de los cientos de millones de pesos, que, según el resultado de la investigación especial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación , salieron del erario estatal. Millones de pesos que fueron a dar directamente a las cuentas bancarias de unos cuantos, porque los gastos reales de ese movimiento o bien salieron de los bolsillos (vía cuotas) de los maestros de la Sección 22, o bien salieron de las cuentas de la delincuencia organizada, que vio una oportunidad de echar sus redes al río revuelto.
Es por lo anterior por lo que me atrevo a decir que detrás del príncipe estaba su consejero, aquel pequeño personaje que sabia en que momento deslizarse para hablarle muy cerca del oído.
Hoy a tres años de distancia, podría ya afirmar que Enrique Pacheco Alvarez, aquel que fuera Secretario de Gobierno de Manuel Zarate Aquino y que decían era una reencarnación de Fouché, era un aprendiz apenas.
¿Quién es el nuevo Fouché? …En unos meses lo sabremos.