FUEGO EN LA PRADERA

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Felipe Sánchez

El acierto político del gobernador Alejando Murat al desarticular el nuevo complot del cartel22 significa que el fuego en la pradera está controlado.

Algunos capos magisteriales intentaron retozar pensando en la corta memoria de los oaxaqueños. Creen que haber incendiado -literalmente- nuestra capital en el 2006 es asunto olvidado y pretenden repetir la dosis. Eso fue lo que intentaron hacer los últimos días de abril pasado y hasta cerraron el aeropuerto con el fin de colapsar más nuestra incipiente economía. Su intención era poner al gobierno contra la pared para obligarlo a negociar ventajosamente como en el 2006, pero al que perjudicaron fue a la ciudadanía. El pueblo reaccionó y les dio con la puerta en las narices.

Aunado al intenso cabildeo de los apagafuegos del gobierno la respuesta de los oaxaqueños fue contundente. Hicieron circular en las redes sociales un video donde exhiben la miseria humana de Ezequiel Rosales Carreño el neo-magnate ex dirigente  magisterial (También tiene antecedentes de acosador sexual). Lo captaron en el momento en que recibía maletas de dinero de manos del entonces director del IEEPO, Abel Trejo supuestamente para calmar a las hordas del 2006 y dar un respiro al entonces gobernador Ulises Ruiz.

Presentar a este “luchador social” como lo que es: un extorsionador, apagó sus ínfulas.

ESOS SON

Ezequiel, en su calidad de ex dirigente y Wilbert Santiago Valdivieso como vocero del cartel22, se pusieron al frente de la revuelta fallida seguros de que arrastrarían a los ingenuos normalistas. Atrás estaban el senador del partido Morena Salomón Jara y presidentes municipales cuasi mafiosos como Antonino Morales Toledo, prestos al financiamiento. Allí mismo estaban Flavio Sosa y los tontos útiles que mueven el CIPO-RF, Uacol, FPR entre otros industriales del chantaje político. El complot, según me dicen, era volver a incendiar la ciudad. La intriga en tiempo electoral era perfecta.

Si analizamos un poco los antecedentes protagónicos tanto de estos dos capos del cartel22 como de los políticos que los incitaban el objetivo estaba claro, pero al final, ante los normalistas se impusieron los razonamientos de la SEP y del IEEPO que echaron abajo las inconsistencias de sus argumentos.

EL PASIONAL WILBERT

En mi entrega del 17 de octubre del 2018 exhibí el protagonismo excesivo del vocero del cartel22 Wilbert Santiago. Un incendiario nato que anda como chivo en cristalería en pos de dos cosas: dinero y poder político.  

En aquella fecha di a conocer su intolerancia. Como vocero se mostró como de los más recalcitrantes impulsores de las marchas, toma de carreteras, huelgas escolares y toma de casetas de peaje de las supercarreteras. Apasionado se atrevió a retar al mismo presidente López Obrador recién electo.  

Le dio como plazo máximo, el 29 de aquel mes de octubre “para que cancele definitivamente la Reforma Educativa”. Pero no fue todo. El mismo activista amenazó: si AMLO no cumple “recurriremos a las movilizaciones”.

El tono de la coacción fue tronante: “la movilización será -dijo- para hacer frente a los oídos sordos de quienes prometieron cambios que se están quedando en discursos de pasillos”.  

Lanzó la amenaza con el pretexto de que “desde la centralización del pago de la nómina educativa hubo retenciones y descuentos desmedidos sin criterio alguno, todos hechos al azar y con total desconocimiento en contra de los maestros de Oaxaca”.

La realidad es que, desde entonces, la medida impide que en cada “movilización-negociación” los sucesivos gobernadores den a los capos cuanto piden, hasta lo absurdo. El IEEPO pagaba la nómina de maestros aviadores y autorizaba plazas en contubernio con los líderes del sindicato para apaciguar a las hordas cada quince de mayo. Esto es el origen del desastre que significa mantener una nómina de cerca de 90 mil “maestros” que nadie sabe a ciencia cierta donde laboran. Y es que al manejar el FONE (Fondo de aportaciones para la nómina educativa y el gasto operativo) permite maniobrar y reacomodar cifras. Hay que recordar que el sindicato funcionaba como  patrón y trabajador a la vez.  

Todo esto lo saben los capos del cartel22 y por eso se oponían a la centralización del presupuesto de la SEP.                     

Con estas acciones se inició el debilitamiento del cartel22.

Primero, la exigencia de AMLO de que no haya más huelgas, que den clases de lunes a viernes, que cumplan con su trabajo y no hagan pagar a los estudiantes consecuencias de desacuerdos políticos,

Segundo, el discurso del presidente electo sobre la centralización de la nómina y el llamado a los “radicales de izquierda” para que no rebasarán al Gobierno.

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Autor de Escaparate Político desde 1977 consolidada como una de las columnas de mayor permanencia. Dos veces Premio Estatal de Periodismo; Premio México de Periodismo de la Federación de Asociaciones de Periodistas de México. Socio fundador de la Asociación de Periodistas de Oaxaca. Corresponsal (Oaxaca) de la gran cooperativa de Excélsior hasta su privatización.