Han Pasado 52 Años y No Olvidamos La Tragedia

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A L F A   O M E G A

JORGE HERRERA VALENZUELA

¿AUSTERIDAD EN EL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL? 

QUITEN EL MILLONARIO SUBSIDIO A LOS PARTIDOS POLÍTICOS

–¡Se estrelló el avión en que iban nuestros compañeros!

–¿Cómo? ¿Qué pasó? ¿Dónde, a qué hora?

–El avión se desplomó en un cerro llegando a Poza Rica, poco después de las ocho de la mañana.

–Salgo para la Redacción, sigue dando las órdenes y está pendiente de lo que informen.

Eran las ocho y media de la mañana. Domingo 25 de enero de 1970. Ese fue el diálogo telefónico que sostuvimos Carlos Avecilla Arista, subjefe de Información y yo.  Cambiaron mis planes familiares, porque estábamos por salir al Bosque de Nativitas, en Xochimilco, para que mis hijitas y mis hijotes fueran a montar en los caballos que alquilan en ese lugar.

En octubre de 1953 se registró la tragedia aérea en la sierra de Mamulique, Nuevo León, en que perdió la vida Carlos Septién García que iba a la inauguración de la Presa Falcón, ubicada entre Ciudad Guerrero Tamaulipas, y los Condados de Zapata y Starr, Texas

Cerca del volcán Popocatépetl, en el Pico del Fraile, cayó un avión comercial donde viajaba Paco Mayo, integrante del Grupo Hermanos Mayo, fotógrafos de prensa que hicieron historia en México. El accidente ocurrió en septiembre de 1949. Ahí murieron El Apóstol del Maíz, Gabriel Ramos Millán, y la actriz de cine Blanca Estela Pavón.

LA INCRUENTA MAÑANA DOMINICAL

Retomo lo ocurrido la mañana de ese domingo. Como Jefe de Información en el diario La Prensa, no podré olvidar lo que viví el sábado anterior y todo el día siguiente. La vida tenía que seguir. Los reporteros salieron a cumplir con su trabajo, mientras en la misma Redacción, en el quinto piso del edificio de Basilio Badillo 40, las escenas de dolor eran increíbles. 

La televisión, en blanco y negro, nos mantenía al tanto de la actividad de las brigadas para llegar al lugar donde estaban los restos de nuestros compañeros. Jacobo Zabludowski dio a conocer la lista de los ocupantes del avión Convair, de la Comisión Federal de Electricidad que tripulaba el joven piloto Leopoldo Ramírez D*Estefano, primo hermano de Ricardo, Nayo, Roberto y Pepe Femat Ramírez, ayudantes en nuestra Redacción. 

Cuando mencionó los nombres del reportero Jesús Figueroa Ballesteros  y del queridísimo fotógrafo Rodolfo Martínez Martínez, “El Greñas”, rompimos en llanto. Dos jóvenes impetuosos, Jesús que se iniciaba como reportero y “Mardolfo Rotínes” (como se autonombraba) consagrado como fotógrafo policíaco. La noche del sábado nos despedimos para siempre.

Pronto fueron llegando los compañeros a la Redacción. El turno de ayudante era de Roberto Femat Ramírez. Ese trágico domingo mi fraternal colega y amigo Miguel Ángel Rivera Paz inició su etapa de reportero de La Prensa y pidió ir a Poza Rica a cubrir la información.

ENCUENTRO DRAMÁTICO

A media mañana, en la espaciosa Redacción el silencio era sepulcral. Los que empezamos a reunirnos no ocultábamos el dolor que sentíamos. En uno de los sillones junto al despacho del Director, estaba sentada no recuerdo si la esposa de Pancho Picco, Tere, o si era Chela, la esposa de Rodolfo.

El caso es que ambas se encontraron. Ambas extendieron sus brazos y fuertemente apretaron sus cuerpos, llorando ambas. Lo que siguió jamás podré olvidarlo. La imagen la tengo en mi mente. 

La señora Chela inició el diálogo:

–Cuanto lo siento Tere, me duele mucho lo que pasó. ¿Pancho iba en el avión?

–No, él no fue. El que se, fue tu marido, Rodolfo.

El momento fue estrujante. Chela estuvo a punto de desmayarse y Tere la sostuvo, llevándola al sillón.

Quienes estábamos presenciando la escena, nos quedamos más sorprendidos. Sabíamos que Pancho Picco, jefe del Departamento de Fotografía, estaba enlistado para ir a la gira del candidato.

Nuestros dos queridos compañeros la noche del sábado se fueron a echar unas copas. La parranda se prolongó. En el curso de la madrugada Rodolfo convenció a Pancho para que lo dejara ir. Acordaron que así fuera. “El Greñas”, padre de dos chiquitas hermosas y de un niño, según recuerdo, jamás imaginó que no volvería a casa.

CARLITOS CATALÁN FURIOSO

Para cubrir la campaña presidencial del candidato del PRI, en 1970, fue seleccionado el reportero Moisés Martínez y el Jefe de Información designaba a un segundo reportero. Pancho Picco programaba la salida de los fotógrafos.

La tarde del sábado 24 de enero, comisioné a un joven que salió del grupo de ayudantes de Redacción, ya tenía práctica reporteril. Entusiasta, respetuoso, feliz por ir a un evento importante, Jesús Figueroa Ballesteros preparó su equipo de trabajo.

En la primera etapa de la campaña, el comisionado fue Jorge Ramos Ramos. Al saberse que Figueroa iría en el comienzo de la nueva etapa, se acercó a mi escritorio Carlos Catalán Fuentes. Oye Jorge, yo quiero que me mandes con Moisés a la campaña. Ya sé que dijiste que va ir tu consentido, Figueroa”, así de golpe me habló Carlitos, un reportero siempre muy calmado, tranquilo. 

Le dije que tomara las cosas con calma. “Figueroa no es mi consentido y tu irás más adelante”, fue mi contestación. Por supuesto no quedó complacido. Discutimos acaloradamente y mi compañero y amigo se retiró “echando rayos y centellas”. No estaba destinado para perder la vida. 

Efectivamente en nuestra Redacción los jóvenes ingresaban como ayudantes. Su misión contestar los teléfonos, recibir a las personas que llegaban para solicitar una publicación, se encargaban de entregar las notas redactadas a quien correspondían revisarlas y, como “secretario ve” a comprar refrescos, tortas, café. Brillantes reporteros se formaron: los hermanos Ricardo, Leonardo y Roberto Femat Ramíez, Juan Antonio Muñoz, Alejandro Ordorica, Andrés Razo Díaz, Eduardo Kuri, además de Jesús Figueroa, entre otros.

Carlos Catalán Fuentes se inició en el diario ABC, dirigido por don Federico Barrera Fuentes; no había parentesco entre ellos. Carlos era sobrino del reportero, político e historiador Vicente Fuentes Díaz y primo de Félix Fuentes Medina, quien también comenzó su carrera periodística en ese diario.

SOLO UNO SOBREVIVIÓ

De las 19 personas que viajaban en el Convair de la CFE, solamente sobrevivió el joven reportero Jesús Kramsky Steinpreis, de El Heraldo de México. Quedó con el cuerpo destrozado y de acuerdo con la reportera Bertha Hernández, el reportero escribió en el reverso de una hoja membretada del PRI: “Yo, Jesús Kramsky, periodista de El Heraldo de México, pido auxilio a toda persona que me pueda ayudar, Agradezco todas las atenciones. Es urgente por amor de Dios”. Jesús murió a los 71 años de edad, en este siglo, pero sufrió muchas intervenciones quirúrgicas.

El solo recordar a mis compañeros, me causa un fuerte dolor. Pepe Falconi Castellanos, bohemio como buen chiapaneco, fue mi compañero en el diario Zócalo.  Con Mario Rojas Sedeño compartí años de trabajo en la “fuente agraria”. Mi buen consejero Adolfo Olmedo Luna, hermano de Jorge, éste encargado de prensa extranjera en La Prensa. De los fotógrafos Lalo Quiroz, Jaime González Hermosillo, José Zárate Ley, puedo comentar que coincidimos en muchos eventos.

La lista se complementa con los reporteros: Rafael Moya Rodríguez (jefe de Redacción de El Heraldo de México), Rubén Porras, Miguel de los Santos y Hernán Porragas. De los ases de la lente, Ismael “El Pallador” Casasola y Lorenzo Hernández. 

También subieron a la nave trágica el doctor Camilo Ordaz, el piloto Leopoldo Ramíez S., el copiloto Luis Martínez Villanueva y la sobrecargo que se llamó Rosa María.

Mis tres compañeros de La Prensa, Moisés, Picco y Catalán F., ya dejaron este mundo. Moisés terminó en el diarismo al ser nombrado, por el presidente Echeverría, magistrado fundador del Tribunal Administrativo del Distrito Federal, en 1970. Paralelo a su tarea reporteril, Moi se graduó con  honores en la Escuela Libre de Derecho, presentando la tesis relacionada con el primer trasplante de corazón a un ser humano. 

EN EL AEROPUERTO DEL D.F.

La recepción de los ataúdes en una plataforma del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, fue otro de los amargos momentos que vivimos. Una multitud de personas, mayoritariamente los familiares de las víctimas, se arremolinaban. Gritos. Llantos. Empujones. 

Fausto Zapata Loredo, coordinador de prensa en la campaña y exreportero de La Prensa, fue el primero en aparecer en la escalerilla del avión. Con el rostro contrito. Momentáneamente permaneció de pie y dirigió algunas palabras, no las recuerdo, pero eran dirigidas a los parientes de los reporteros y fotógrafos.

En los días siguientes se hicieron promesas, por parte del candidato presidencial, de ayudar a las familias enlutadas. Apoyo para la educación de los menores que era un grupo numeroso. Se habló de otorgar empleos y supe que fueron concedidas varias plazas a las viudas. Nos reunimos algunos colegas e hicimos visitas a las oficinas de prensa para solicitar el apoyo económico, inmediato, para varias familias. Se concedió, sin intermediario alguno.

P.D. Por esta ocasión deseo que las viudas, las hijas, los hijos y demás familiares de mis compañeros, mis hermanos en la más hermosa profesión u oficio, hayan salido adelante. No me he olvidado de ninguno de ellos y han estado en mis oraciones.

jherrerav@live.com.mx