Por Cipriano Miraflores
Los expertos en marketing electoral cambiaron a Xóchitl, hasta el huipil le quitaron.
Han querido vendernos una mercancía sin sustancia, que según ellos, la harán triunfar el 2 de junio. Pues equivocados están, parece que han rectificado.
A Xóchitl Gálvez no le puedes quitar su sustancia, su manera de ser, su simpatía natural, su empatía por la gente que sufre, por este México ensangrentado; su alegría de vivir, su espontaneidad, su viveza, su manera de comunicar, sobre todo, su honestidad.
Su orgullo de ser otomí, su capacidad e inteligencia para desempeñar los cargos de gobierno, su enorme voluntad para obtener justicia para la gente necesitada. Su pelea constante contra los poderosos, contra los machuchones como ella les dice.
Ella pudo multiplicar por 100 el presupuesto dedicado a los pueblos indígenas.
Ella que se ha enfrentado a senadores, diputados, a secretarios y a presidentes para solicitar justicia para el pueblo.
Ella que se enfrenta al mundo para hacer valer la razón, tal como lo hizo con su apoyo a los Zapatistas.
Mujer de trabajo, incansable por naturaleza. Ella que ha llegado a pie donde solo las águilas se atreven. Sobre todo, es muy humana, demasiado humana. Xóchitl es raza, es gente, es pueblo.
Pero incapaz de decir: » ya no me pertenezco» una verdadera tontería. En términos obradoristas, Xóchitl Gálvez no es fifi. Simpática, agradable, clásica mexicana pues. Pues esta es la Xóchitl que pretendieron cambiar, a mi se me hace que les pagó AMLO.
Pero ya la ví de nuevo, está con nosotros la auténtica, la verdadera, la original Xóchitl Gálvez, futura Presidente de mi México lindo y querido. No sé si ya notaron mi felicidad, por eso le he dedicado este editorial a nuestra candidata: ganaron mis PUMAS al odioso América.
Así las cosas, en vía de mientras sean rabiosamente felices.
May, Mayepe.