Por Teodoro Rentería Arróyave
SEGUNDA PARTE
Expuestas algunas acepciones sobre el sentido y profundidad de lo implica hacer justicia; tratado el tema donde se hizo inédita justicia -el caso de George Floyd, el joven de raza negra asesinado en plena vía pública por un policía blanco-, pasemos al siguiente donde se hace justicia a medias y nos quedará pendiente en el que se pretende hacer justicia.
En efecto, la Constitución española de 1978 es la norma suprema del ordenamiento jurídico español, a la que están sujetos todos los poderes públicos y ciudadanos de España desde su entrada en vigor el 29 de diciembre de 1978.
Misma que fue ratificada en referéndum el 6 de diciembre de 1978, siendo posteriormente sancionada y promulgada por el rey Juan Carlos I el 27 de diciembre y publicada en el Boletín Oficial del Estado el 29 de diciembre del mismo año. Fue muy aplaudida su promulgación, porque según se aseguró, dicho precepto implicó la culminación de la llamada transición a la democracia, que tuvo lugar como consecuencia de la muerte, el 20 de noviembre de 1975, del dictador general Francisco Franco
También es de resaltar que la Constitución se fundamenta en la “indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, reconociendo las nacionalidades y regiones españolas”.
Todo esta bien, el problema es que una parte muy importante de la población o de las autonomías, no esta de ninguna manera de acuerdo en que el rey sea jefe de Estado, ni mucho menos que sea el símbolo de su unidad y permanencia, que arbitra y modere el funcionamiento regular de las instituciones, asuma la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, en una frase: no están de acuerdo con la monarquía absolutista, retrógrada, reaccionaria y corrupta.
Ese es el principio fundamental, en pocas palabras, del movimiento independentista de Catalunya, que llevó al confinamiento carcelario de los principales líderes en tiempos del gobierno ultraderechista del Partido Popular, PP; cuando lo lideraba el desprestigiado expresidente Mariano Rajoy.
Ahora el conflicto catalán ha entrado en una nueva vía con la decisión del Gobierno del Partido Socialista Obrero Español, PSOE, que encabeza el presidente Pedro Sánchez, al conceder un indulto, por desgracia parcial por reversible a los nueve líderes independentistas, designados por su pueblo como los próceres, personajes de alta dignidad.
Cabe hacer mención que esa ultraderecha a ultranza representada por PP derrotado y otras organizaciones de la misma índole, que por cierto no han encontrado eco alguno y en cambio la decisión de Pedro Sánchez cuenta con el apoyo de Europa, que ha rechazado una vez más y de plano la retrógrada posición de la derecha española. Inclusive empresarios y obispos se muestran indulgentes con el respecto al indulto que permitió que los nueve líderes salieran el miércoles de la cárcel.
Así se cumplió el anuncio que hiciera en un discurso en Barcelona, Pedro Sánchez en su idea de buscar que el conflicto catalán reencuentre el camino de la política.
Todo es medianamente correcto, porque es una justicia a medias, a “la justicia” se le ha condicionado con indultos parciales y reversibles. Craso error. Esperemos que triunfe la política sobre el enfrentamiento y la imposición arbitraria del “supremo poder”. CONTINUARÁ.