Cómo empezó todo

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Por Cipriano Miraflores

Hasta nuestros días hemos venido arrastrando un equívoco, acción que nos
ha determinado por más de quinientos años. Equívoco que nos ha pesado
como una enorme loza y ha costado tanto que no le hemos hecho grieta
alguna.

Por esta equivocación hemos sido considerados, definidos, determinados,
sometidos, explotados por siglos. Al llegar a las tierras nuestras los europeos
nos dijeron bestias, bárbaros, ignorantes, satánicos, infieles, salvajes, nativos,
aborígenes, indígenas, y que por estos motivos éramos y somos incapaces de
valernos por nosotros mismos, que se nos tenía que gobernar, dirigir, tutelar
por esa razón.

Hoy somos definidos como los pobres, los marginados, los excluidos, que por
eso somos sujetos de la administración del Estado. Por eso somos sujetos de
asistencia, de ayuda, de programas especiales y de políticas formuladas por
hombres de buenas conciencias y de gobernantes generosos.

Estas descalificaciones a los pueblos originarios de América no es más que el
resultado de una visión particular del mundo, es un etnocentrismo que bajo
otras modalidades sigue existiendo hoy en día, desde las teorías sociales,
epistemologías, concepción del arte, de la organización social, formas de
expresión política, de relaciones sociales, de cultura en lo general y en lo
específico.

Durante siglos nos han impuesto ideas, fórmulas de organización política,
social, económica, culturales, educativas que nacieron en Europa o en otros
lugares. Nuestras instituciones políticas, desde el inicio, se diseñaron a
semejanza de las ideas del viejo mundo. Desde luego, se debe romper este
etnocentrismo, se debe construir y reflexionar desde las tierras de América,
desde la Mesoamérica.

Lo cierto es que tenemos grandes diferencias pero también semejanzas, por
ejemplo, el concepto Estado formulado por primera vez por Maquiavelo en
relación a las ciudades italianas, en Mesoamérica ya existía el altépetl muy
semejante a la idea de Estado, integrado por una identidad política, cultural,
territorio y normas de relaciones así como de formas de gobierno propio.
Es necesario formular la idea de entendernos y hacer entender desde una
nueva teoría social del conocimiento, el filósofo político portugués
Boaventura de Sousa Santos le llama epistemología del Sur o la otra corriente
de pensamiento que parte de la idea de la decolonización.

La reflexión crítica del ejercicio de dominación de la elite política que vino a
imponer el colonizador español, también el ejercicio autocrítico de nuestra
propia realidad como pueblos originarios, es una tarea que se debe hacer,
con el propósito de reconstruir, reconstituir, diseñar y legitimar alternativas
viables, consensadas, para alcanzar un mundo justo, libertario, plural,
intercultural, comunalista y democrático.

No se trata de desechar sino de constituir algo nuevo con la síntesis de todo
lo alcanzado. Siguiendo al autor citado, existe un contexto real y objetivo
para plantear la nueva epistemología, que desde luego, impacta a los pueblos
originarios.

Vivimos todavía en situación colonial, de encomienda en manos de un Estado
etnocéntrico, de explotación, de etnocidio cultural y estadístico, de
simulación cínica sobre nuestros derechos; desprecio, soberbia, denigración,
compasión, tutela, caridad; uso y abuso político, y lo único que se nos ocurre
es la demanda de reconocimiento cultural, cuando es un problema de
relaciones de poder, de organización, de darle fuerza y contenido a nuestras
posiciones políticas, son grandes nuestros problemas y las respuestas son
escuálidas.

Es hora de enfrentar a los graves problemas con palabras fuertes y
respuestas prontas.