Demetrio Vallejo, Othón Salazar, Rosario y Elba Esther

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R Á F A G A

JORGE HERRERA VALENZUELA

En el final del sexenio ruizcortinista, 1958, y en 1959 al principiar el  lopezmateísmo, el país fue sacudido por movimientos gremiales en demandas de incrementos salariales, mejoras en las prestaciones laborales, libertad y respeto a la voluntad de los trabajadores para elegir a sus dirigentes sindicales. Diez años después, de julio a octubre de 1968, nació, creció y terminó sangrientamente el Movimiento Estudiantil de 1968.

En el desarrollo de los sucesos estuvieron involucrados hombres clasificados como izquierdistas, comunistas, enemigos del gobierno y mujeres activistas universitarias y de los demás sectores sociales. Circularon versiones de la intromisión de agentes de la estadounidense CIA, la Agencia Central de Investigaciones, incrustados entre los estudiantes y los obreros.

Comenzaron los ferrocarrileros de las 29 secciones sindicales.  Paulatinamente se adhirieron telegrafistas, petroleros, telefonistas y el grueso del Movimiento Revolucionario Magisterial. Las cabezas visibles, el ferrocarrilero oaxaqueño Demetrio Vallejo Martínez y el profesor normalista guerrerense Othón Salazar Ramírez.

A cinco meses de concluir su sexenio, el presidente Adolfo Ruiz Cortines se enfrentó a un grave problema porque los ferrocarrileros iniciaron un movimiento demandando un incremento salarial de 350 pesos mensuales. El director de Ferrocarriles Nacionales de México, Roberto G. Amorós, y el dirigente sindical Samuel Ortega Hernández, subestimaron a los inconformes y no atendieron el asunto. Ortega decía: “todo está bajo control”

Los meses de julio y agosto de 1958 marcaron la pauta y el movimiento de los inconformes se fue expandiendo hasta llegar a la sección de Matías Romero, Oaxaca, donde el líder local era Demetrio Vallejo Martínez. Este oaxaqueño, chaparrito, carismático y buen orador, izquierdista y con poder de convocatoria, en corto tiempo era líder nacional que contó con el apoyo del secretario general de la Sección IX del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Othón Salazar que tenía el respaldo de la mayoría de los profesores del Distrito Federal.

Paralelo a la demanda inicial, sin recibir respuesta del gobierno y el rechazo del líder Samuel Ortega, los trabajadores de oficinas, de talleres y los que cubrían las corridas de trenes, decidieron hacer paros. Primero paralizaron la actividad dos horas, luego cuatro y ampliaron a 10. Se realizó el cambio de estafeta en la Presidencia de la República y el licenciado Adolfo López Mateos con su equipo tomó cartas en el asunto.

López Mateos como secretario del Trabajo y Previsión Social, en los días del ruizcortinismo, conocía bien el problema. Sin embargo no hubo arreglo con los dirigentes sindicales del vallejismo. Se rompió el diálogo y procedió a cerrar este capítulo, enviando a prisión a todos los vallejistas. Demetrio Vallejo pasó once años en la prisión de Lecumberri y él junto con sus compañeros eran políticos presos como lo fueron los profesores encabezados por Othón Salazar. Todos acusados de sedición.

La historia de estos acontecimientos es muy amplia y de ella recuerdo la información periodística de mi amigo y colega Edmundo Jardón Arzate, reportero del diario ABC, que horas antes de la aprehensión de Vallejo, lo entrevistó en un café ubicado en la calle de Doctor Mora, frente al costado poniente de la Alameda Central. Igual suerte corrió el líder del Movimiento Revolucionario del Magisterio, detenido en otro lugar de la capital.

EL DOS OCTUBRE DEL 68

Del mediodía del lunes 22 de julio al 2 de octubre de 1968, las calles del Distrito Federal, la Capital de la República, fueron escenario de manifestaciones y acciones violentas. Enfrentamientos de grupos estudiantiles con las fuerzas policíacas, Un bazucazo destruyó la milenaria puerta de madera de la Escuela Nacional Preparatoria 1, en la calle San Ildefonso, en el Barrio Universitario. Más adelante procedería la detención de dirigentes estudiantiles, a los que se  procesó   imputándoles delitos del orden común.

Como sucedió 10 atrás, el Movimiento Estudiantil se convirtió en un campo fértil para lanzarse contra el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz. El 2 de agosto del 68 se constituyó el Consejo Nacional de Huelga y surgieron, entre otros, el Comité de Lucha de la Facultad de Ciencias y el Comité 68 Pro Libertades Democráticas. Además en algunas universidades e institutos superiores del país, alumnos y profesores, hicieron suyas las demandas. Se prodigaron los cierres de planteles, huelgas, manifestaciones y disturbios.

La tarde noche del 2 de octubre la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, fue el punto de reunión de los estudiantes, a los que, para ese día, se sumaron profesores, intelectuales, obreros, amas de casa, así como los curiosos que nunca faltan. El sitio estaba resguardado por policías uniformados y civiles (Servicio Secreto, Dirección Federal de Seguridad, Judiciales Federales y del D.F.) y el Batallón Olimpia comandado por el general José Hernández Toledo que resultó herido en la batalla.

Esa misma noche se habló de decenas de muertos, de un alto número de personas desaparecidas y detención de líderes estudiantiles y de varias organizaciones. La lista de quienes fueron llevados a las instalaciones del Campo Militar número 1, en la Ciudad de México, fue conocida tiempo después. Recuerdo algunos nombres de quienes quedaron presos en la Cárcel Preventiva, en Lecumberri: Sócrates Campos Lemus, Luis Tomás Cervantes de Vaca, Luis González de Alba, Salvador Martínez de la Roca, Raúl Álvarez Garín, Marcelino Perelló Valls, Eduardo “El Buho” Valle Espinoza y de las mujeres viene mi memoria el nombre de Ignacia “Nacha” Rodríguez que estuvo dos años en el penal de Santa Martha Acatitla.

José Revueltas Sánchez, Heberto Castillo  Martínez, Pablo Gómez Álvarez, Gilberto Guevara Niebla, Elí de Gortari, también fueron procesados por su participación en el Movimiento del 68. Por supuesto que fueron muchos más los llevados a prisión y todos quedaron como “presos políticos”.

Si llegan a conseguir en las librerías de “libros viejos” el que escribió Edmundo Jardón Arzate, titulado “De la Ciudadela a Tlatelolco” da a conocer, al detalle, la evolución del movimiento y quienes fueron los verdaderos autores del mismo y de quienes impusieron su ideología. La mejor crónica de lo ocurrido en la noche del 2 de octubre, la redactó Félix Fuentes Medina, reportero de La Prensa.

2 MUJERES EN LA HOGUERA

El título intermedio es bueno para telenovela. Las protagonistas son la profesora, lideresa y política chiapaneca Elba Esther Gordillo Morales, que sigue en la pasarela a sus 76 años de edad. Surgió en el sindicalismo magisterial en 1989 con el apoyo del presidente carlos salinas de gortari, al ser depuesto el potosino Carlos Jonguitud Barrios, de la secretaría general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

Elba Esther se mantuvo como superpoderosa dirigente del SNTE hasta el 26 de febrero de 2013. Tres veces diputada federal y una, senadora. Fungió como secretaria general del comité nacional del PRI, primero renunció y después, expulsada. Fundó el Partido Nueva Alianza. Por su poderosa influencia llegó a colocar, dijeron en esos días, a gobernadores como el coahuilense Humberto Moreira Valdés y al director del ISSSTE Miguel Ángel Yunes y otros políticos como Roberto Campa Cifrián, candidato presidencial de Nueva Alianza.

La Procuraduría General de la República le imputó los delitos de lavado de dinero y delincuencia organizada,  imputación oficial de moda desde el sexenio anterior. Se divulgó que la profesora Gordillo Morales salía del reclusorio de Santa Martha Acatitla. Lo que fue cierto es que le autorizaron ser atendida en un hospital particular.

A la economista y política María del Rosario Robles Berlanga la tienen presa y bajo proceso desde el 13 de agosto de 2019. El gobierno la responsabiliza de ser la cabeza del caso conocido o bautizado como “La Estafa Maestra”, consistente en la desviación de más de tres mil millones de pesos cuando fue titular de las secretarías de Desarrollo Social (Sedesol) y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).

Su detención sentó un precedente en cuanto a que fue citada a comparecer ante el juez y ya no pudo regresar a su domicilio particular, lo mismo hicieron con un exsenador PANista y recientemente con Emilio Lozoya Austin y así quieren encarcelar al excandidato presidencial Ricardo Anata Cortés.

La situación de Rosario Robles es considerada como el cobro de cuentas por parte del político tabasqueño que vive en Palacio Nacional, influenciado por Dolores Padierna y su marido, el exreo René Bejarano, “El Señor de las Ligas”. Esa es una versión que ha circulado desde hace tiempo y cada quien aplique su criterio. La exmilitante del PRD, a sus 65 años de edad, ha mantenido con firmeza el no revelar nombres de otros participantes en la comisión del delito por el que ella inclusive desde septiembre de 2019 fue inhabilitada para trabajar en el gobierno, por diez años,  por la secretaria de la Función Pública.

Rosario Robles en entrevista con un reportero del diario español El País, ratificó “yo voy a salir de aquí (el penal de Santa Acatitla) como soy, ¡inocente!…no estoy dispuesta a mentir, no tengo ninguna prueba que involucre a alguien…no estoy acusada de haber robado…no se ha demostrado que exista una red de esa naturaleza”. Esto último referente a la llamada “Estafa Maestra”.

Bueno, pues ahí tienen dos casos típicos y clásicos de “presas políticas” que, comento, también quedan en el grupo de “políticas presas”.

jherrerav@live.com.mx