El déspota

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Por Cipriano Miraflores

Se suele dividir a los regímenes políticos en democráticos y despóticos, en uno rige la virtud y en el otro el miedo. Siguiendo la tesis de Maquiavelo de que para el gobernante más vale ser temido que amado, el déspota domina por medio de la coacción y de la manipulación.

Una característica del déspota consiste en la no aceptación de una mínima crítica, quien se atreva a hacerlo, se verá envuelto en la furia del gobernante.

Esto se hace evidente en nuestro país, quien ose criticar al presidente pagará las consecuencias, todo el aparato del Estado se volcará sobre la integridad física y moral de quien se atreva hacerlo.

El déspota toma la crítica como algo personal por lo que su furia también se vuelve personal.

Recientemente se publicó un libro titulado: «Los puntos sobre las íes: El legado de un gobierno que mintió, robó y traicionó » de la autora María Amparo Casar. La furia del déspota cayó sobre la autora, sin medida ni clemencia, desprestigiando desde los micrófonos del Estado, desde Palacio Nacional, con todo el poder, sin un apego mínimo a la Constitución y a las leyes.

Ojalá nunca más elijamos a este tipo de personas, sin calidad moral, ética y humana. El presidente se vió ruin, gacho, abusivo, intolerante, de pocas pulgas. Lo peor,

su pupila, en la materia, no canta mal las rancheras. Así que mexicanos, pónganse las pilas, no se equivoquen otra vez.

Así las cosas, en vía de mientras sean rabiosamente felices.

May, Mayepe.