EL SALTO DEL CHAPULÍN

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Si el dedo de López señalara a la señora Harp -por ejemplo- sería una decisión infausta para Oaxaca. Significaría entregar el poder al turbulento individuo que, aliado a políticos perversos, incendió, literalmente, la capital oaxaqueña. La mantuvo en estado de sitio casi un año mismo tiempo que cerraron las escuelas públicas. Quienes escuchan a Flavio Sosa proclamarse secretario general de gobierno, empiezan a dudar en el pregón de que “Morena arrasará sea quien sea el candidato”.

No pocos analistas juiciosos apuntan sobre tres posibilidades de fracaso del partido de AMLO en Oaxaca. Basan sus predicciones en lo siguiente:

Con un candidato pésimo podría perder las elecciones a partir de la unidad de las fuerzas opositoras. Que éstas presenten muy buenos abanderados y que articulen una narrativa convincente a partir de la figura de los candidatos y sus rémoras. Aquí, otro blanco preferido sería Salomón Jara por sus malos antecedentes.

Crece tanto esta posibilidad que los partidos de oposición empezando por el PRI, se animan con la esperanza de que el dedito de AMLO señale al peor de su lista.

Cuando vemos que el dirigente estatal del PRI Eviel Pérez Magaña sale a decir que “El PRI no ha entregado la plaza” o que el chapulín de todos los partidos, el diputado “Carasucia” Benjamín Robles Montoya esté planeando vender la idea de una alianza del PT con el PVEM para volver a venderse como partido bisagra, se volatiza la hipótesis de que “el Morena con cualquiera gana”. Eso es un mentís.