Político: observa más allá de la máscara de la gente

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Por Cipriano Miraflores

La gente se pone la máscara que la hace verse mejor. Aprende ocultar sus
malas pasiones. Si se confunde esta apariencia con la realidad, estaremos
tratando con una persona que nos puede sorprender. Sin embargo, el político
puede aprender a identificar a las personas para su provecho.

En casi todas las relaciones políticas el fingimiento es la norma, es difícil ser
auténtico en la política, suele ser motivo de uso para el daño, se vuelve
vulnerable. El que es sincero suele pagar las consecuencias.

El éxito de un político depende de su capacidad para comunicarse con los
demás. Pasar por alto la información verbal y no verbal de la gente es operar
políticamente a ciegas, invitar el malentendido y perder incontables
oportunidades de influir en los demás por no notar los signos de lo que en
verdad desean o necesitan. Conocer a las personas en la primera sentada es
virtud de un buen político.

El conocimiento de las personas requiere atención y observación; conocer la
naturaleza distinta de la expresión no verbal de las personas; significa abrir
los sentidos y relacionarse más con los demás en el nivel físico.

El conocimiento no verbal permitirá al político correlacionar un gesto con
una emoción, no pasará nada por alto, las relaciones con la gente serán
mucho más ricas y confiables. En suma, conocer y comprender a la gente es
una facultad social que debe tener el político.

El político debe aceptar la teatralidad de la vida, ni debe moralizar, ni
protestar por el juego de roles y el uso de máscaras, esenciales para suavizar
el trato humano. Sin la existencia de las máscaras, seguramente nuestras
relaciones serían muy crudas y muy difíciles de llevar a cabo.

Debe también interpretar con habilidad su papel en el escenario de la vida,
atraer atención, dominar los reflectores y convertirse en un ser simpático. El
político vive del reconocimiento de los ciudadanos.

Es necesario no ser ingenuo al confundir la apariencia con la realidad. Es
necesario no dejarse impresionar por las habilidades actorales de los demás.
Debe descifrar con maestría los sentimientos verdaderos de los otros, es
necesario practicar habilidades de observación en forma cotidiana.

Elementos básicos del arte de manejar las impresiones: Domina las señales
no verbales. Sé un actor de método. Adáptate a tu público. Crea una primera
impresión apropiada. Emplea efectos dramáticos. Proyecta cualidades
angelicales.

El político debe crearse un personaje, un estilo de hacer política, una
identidad política, una simbiosis entre máscara y realidad. En suma, el
político debe ser un personaje.