R Á F A G A -Un Jurado Coronó y Otro Perdonó a la Primera Miss México

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POR JORGE HERRERA VALENZUELA

ES HORA DE MEDITAR A FONDO PORQUE PARTIDO VOTAR

Ofuscada por ser engañada y dolida por el deshonor sufrido, tomó el revólver cuarenta y cinco  para disparar la carga completa, seis tiros; dos en el rostro y cuatro en el cuerpo de su amado. La muerte fue instantánea. El victimado quedó sentado en un sillón de la sala, con los brazos colgando, su camisa blanca ensangrentada. Así se puso final a un romance que, oh cosas de la vida, comenzó en una capilla mortuoria.

Fue breve el tiempo que disfrutó la pareja formada por la guapísima joven, de figura escultural, María Teresa Landa Ríos y Moisés Vidal Corro, general del Ejército Mexicano. Fue ella, la primera Miss México, quien más lo gozó, sin darse cuenta de la doble vida que llevaba el hombre que la cautivó, la noche del 4 de marzo de 1928, en el velorio de su abuela Asunción Tamayo. Ella tenía 17 años, nació el 15 de octubre de 1910 y él, 34.

Después del encuentro casual, Moisés empezó a cortejarla. María Teresa admitió que desde la primera vez que cruzó la mirada con él, se enamoró inmediatamente. Sintió que su corazón le latía muy fuerte y brotó el amor.

El 8 de abril se lanzó la convocatoria para un concurso de belleza. Unos dicen que el diario Excélsior fue el convocante y otros citan que “una revista” lo hacía. El caso es que María Teresa entusiasmada se inscribió, resultando triunfadora del que sería el antecedente de Miss México. Con la corona y el cetro de reina de la belleza le correspondió representar a México en el Concurso de Pulcritud y Belleza Internacional, celebrado en Houston, Texas. Concluido el compromiso María Teresa retornó a la Ciudad de México, como le había pedido su enamorado. Ese evento es el antecedente de Miss Universo.

Antes de esos días de gloria, María Teresa fue blanco de comentarios de todo calibre, porque en la primera plana del diario El Universal aparecía fotografiada en traje de baño. En todo el país y fuera de nuestras fronteras se conoció a la bella joven mexicana. También no fue muy del halago familiar, pues la época era de las jovencitas lucidoras con vestidos casi hasta los tobillos.

FALSO MATRIMONIO CIVIL

Moisés Vidal Corro estaba prendado de la Miss México. Sin embargo actuó dolosamente porque ante María Teresa, los padres y hermanos de ella, el militar veracruzano jamás reveló que estaba casado y tenía dos hijas. Demostraba en todas formas su amor por la chica que en octubre del 28 estaría cumpliendo sus primeros 18 años. El militar “le permitió” que fuera al certamen internacional, condicionada a regresar inmediatamente.

El hombre tenía planeado el vivir con María Teresa y consigue que los padres de ella consintieran realizar “en secreto” la boda civil, el 22 de septiembre. A los testigos, dos empleados, les pagaron cierta cantidad y ante la supuesta autoridad, los novios presentaron documentación falsa. La novia era menor de edad, la ciudadanía era a los 21 años cumplidos Después Moisés aceptó contraer matrimonio religioso. Todo fue “muy formal”.

La luna de miel la pasaron en Veracruz, la tierra natal del general. La familia, esposa e hijas de Moisés, vivían por esos rumbos. Regresaron a la Capital del País y pusieron su nidito de amor en el domicilio de don Rafael y doña Débora, en la casa 119 de Correo Mayor, a muy corta distancia de la Plaza de la Constitución. Una doble orden para la “nueva esposa”, le dijo su marido que no podía salir a la calle y que “una mujer decente no tiene porqué enterarse de los crímenes y demás indecencias que llenan las páginas de los diarios”. No le impidió oír la radio. Obvio, la televisión aún no aparecía en nuestros hogares.

OTRA MARÍA TERESA LOS DESCUBRE

La mañana del domingo 29 de agosto de 1929 aparentemente la vida comenzaba normal, como todos los días, en la casa de los papás de María Teresa y “hogar del matrimonio” Vidal Landa. El general se levantó temprano, se fue a la sala y seguramente tomaba café y leía un diario. Nunca pasó por su mente que era su último día en este mundo terrenal.

La joven Miss México salió de la recámara con una bata de seda, color azul, y encaminó sus pasos hacia su muy amado esposo. De pronto se detuvo y vio sobre un mueble la primera plana del diario La Prensa (que por cierto ese día cumplía un año de estar en circulación) donde estaba impresa su foto y una nota refería que doña María Teresa Herrejón López de Vidal Corro la acusaba de adúltera y a Moisés, de bígamo.

Atisbó hacia una mesa donde estaba el revólver calibre 45. Lo tomó con su mano derecha. Se dirigió hacia su marido y él le gritó, según la crónica periodística, “¡No Tere…Tere, no! Tere no lo pensó y accionó el arma disparando las seis balas e intentó suicidarse, pero ya no había bala. Relataron que se dejó caer sobre el cuerpo de Moisés, gritando: “¡Perdóname…Perdóname…Perdóname! Llegaron sus padres y más tarde la policía tomaba conocimiento del asesinato. Su fina bata estaba ensangrentada. Tere lloraba, gritaba.

EL ÚLTIMO JURADO POPULAR

El juicio penal seguido a la autora del homicidio fue un suceso extraodinario. El salón del Palacio Penal de Belén, adjunto a la tenebrosa Cárcel de Belén, durante tres días estuvo abarrotado. El cupo era para quinientas personas, además de los espacios para el juzgador, el abogado defensor, el agente del Ministerio Público y los miembros del Jurado Popular.

Era tal la expectativa y la morbosidad, según se reseñó en los diarios, que unas seis mil personas se “arremolinaron” en torno al Palacio Penal de Belén, donde desde los años cuarenta del siglo pasado es el Centro Escolar Revolución, en el terreno que abarca al Norte, Arcos de Belén; al Sur, Dr. Río de la Loza; al Oriente, la calle Gabriel Hernández y al Poniente, Niños Héroes, frente a las hoy instalaciones de Televisa, en la Colonia de los Doctores, Ciudad de México.

La audiencia final fue el 2 de diciembre de 1929. Era el primer lunes del último mes de ese año. El Príncipe de la Palabra, el abogado José María Lozano, el ameritado jalisciense jurista, político y orador conocido afectuosamente como Chema Lozano, pronunció un extenso discurso que alargó la audiencia. Fueron cinco horas. Sus palabras conmovieron a quienes estaban en el salón. María Teresa se había declarado culpable del asesinato. Lucía muy hermosa, vestida elegantemente de luto.

En su libro de recuerdos sobre este histórico acontecimiento, el abogado Luis de la Barreda Solórzano, apuntó que el Jurado Popular resolvió indultar a la homicida, absolverla de culpa, “por tener una razón suficiente y por ser una mujer muy bella”. Pocos meses después desapareció la institución del Jurado Popular, que había sido restablecido en 1919, también conocido como Jurado del Pueblo.

Chema Lozano Rábago fue parte del “Cuadrilátero” de afamados penalistas en los años veinte-treinta. Compartía prestigio con el chiapaneco Querido Moheno, con Federico Sodi y Víctor Velázquez. En la Cámara de Diputados hizo equipo con Nemesio García Naranjo, Francisco Olaguibel y Querido Moheno. Otro Cuadrilátero.

RECHAZO IR A HOLLYWOOD

La chica de 18 años de edad retornó a la vida cotidiana. Rechazó las ofertas que recibió de los estudios cinematográficos de Hollywood. Estudió Filosofía, Historia y otras materias en la UNAM y obtuvo el grado de doctora. Después dedicó su tiempo a impartir clases en la Escuela Nacional Preparatoria hasta 1986 y murió en la Capital Mexicana, el 4 de marzo de 1992.

FUI SU ALUMNO EN SECUNDARIA

La conocí y me fascinó durante todo un año. En 1950, María Teresa Landa fue mi maestra de Historia Universal. Cursaba el primer año en la Secundaria Diurna número 14, Grupo 1º D. ¡Qué caprichosa es la vida! Ese plantel está en el mismo terreno donde mi maestra fue procesada y el Jurado Popular determinó poner en libertad a la primera Miss México.

Desde el primer día nos dijo: “tienen que tomar los apuntes de lo que yo dicte, pasarlos en limpio y leerlos porque en la siguiente clase, les voy a preguntar”. No pocas veces al contestar “no sé”, la calificación intermedia era… ¡cero! Su clase me aficionó a la historia no solo la universal, sino también la nuestra.

jherrerav@live.com.mx