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    EL SALTO DEL CHAPULÍN

    VAYA PUNTADA la que se aventó el flamante secretario de Gobierno, EVENCIO NICOLAS MARTINEZ, al término de la misa en honor al onomástico de ese conocido desestabilizador gubernamental con sotana; Wilfrido Mayren, el padre UVI, o el “padre guerrillero” como lo motejaron en la Sierra Sur.

    Don Evencio, al ser abordado por un colega que le cuestionaba si su presencia en la homilía no iba en contra de la distancia que deben guardar la Iglesia y el Estado, respondió: Los tiempos han cambiado y mi investidura como HOMBRE DE ESTADO, no se contrapone contra mis creencias y mi amistad con algunos religiosos.

    Al responsable de la conducción de la política interna, hay que recordarle la infinita distancia que hay entre el concepto hombre de gobierno –término que habrá querido decir– y el de Hombre de Estado.

    Para el filósofo italiano (1858-1941) Gaetano Mosca, el Hombre de Estado es aquel que por la amplitud de sus conocimientos y la profundidad de sus observaciones adquiere una conciencia precisa de las necesidades de la sociedad en que vive y que sabe encontrar el camino mejor para conducirla con las menores sacudidas y los menores sufrimientos posibles a la meta a la que debe o puede llegar.

    Mientras que el hombre de gobierno (burócrata simple, pues) es aquel que tiene cualidades para llegar a los puestos más elevados de la jerarquía política y sabe quedarse allí…

    EVENCIO NICOLÁS está más cerca de ser un hombre de gobierno. Demostró que sabe permanece en el poder sin mostrar un ápice de cualidades, no piensa en el futuro del Estado sino en su próxima chamba y de eso, a ser un HOMBRE DE ESTADO, hay una diferencia inconmensurable. Vean cuánto degradó la procuración de justicia y cómo está Oaxaca a raíz de su nuevo encargo.

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