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    EL SALTO DEL CHAPULÍN
    Ahora que el número de ex trabajadores de la extinta Luz y Fuerza del Centro, supera ya al 50 por ciento del SME (que por cierto se llevaron como finiquito el dinero equivalente al salario que iban a percibir en los próximos dos años y medio) nos damos cuenta que con voluntad se puede poner freno al mayor óbice existente a la productividad y a la competitividad en México; los sindicatos retrógradas.
    El gobierno demostró que la fórmula para acabar con ese cáncer –y que los oaxaqueños padecemos de la manera más brutal con la sección 22 del SNTE– finalmente la tiene el que paga: el gobierno. Y de la manera más lógica: dejar de pagar a quien no está devengando realmente su salario.
    Los echados de Luz y Fuerza del Centro primero se movilizaron, presionaron, amenazaron, se unieron, pero al ver que el Estado se mostraba estoico a sus manotazos y al entender que no había marcha atrás –y que todavía les entregaba una liquidación generosa– cedieron, entendieron que la culpa la tuvieron a final de cuentas ellos mismos, se dieron cuenta que sus líderes sindicales habían dejado de servir a sus derechos laborales y que tan solo se servían de su fuerza gremial, que ellos mismos, los trabajadores, habían sido la patente de corzo que permitía a sus líderes y altos directivos en connivencia saquear, engullirse el presupuesto de LYFC.
    EL DESENLACE del SME quita el sueño aquí a los radicales dueños de la sección 22 del SNTE. A eso se debe su oficiosa solidaridad con el envío de maestros a marchar con el SME a costa de cerrar escuelas. Saben que el insaciable monstruo sindical, tiene un talón de Aquiles: el pago a sus agremiados. Recuerden cuán difícil la pasaron los maestros en 2006, a pesar de toda la bulla, a pesar de su brazo golpeador, la APPO. Cuando suspendieron los pagos a maestros, todos se fueron a los ahorros personales, a los préstamos, a las cajas de ahorro, a los bancos, pero pasado el tiempo, ni en las cajas encontraron préstamos, estaban desesperados, pero por esas cuestiones tan perversas de la política, cuando se habían dado cuenta de la debilidad de sus líderes el Estado cedió, cual si fuera cómplice.
    ES INAUDITO que la Sección 22 se jacte de tener la sartén por el mango, es inaudito que cada año los maestros ganen más dinero sólo por su capacidad de presión, de chantaje, que el Estado dé y no pida nada a cambio. Nada de mejoras educativas, nada de objetivos pro educativos, exigen todo sin ofrecer nada a cambio, lo que laboralmente hablando es una estupidez. La solución está en: si no trabajas no te pago. El ejemplo ya está, solo nos falta un gobernante con talla de estadista, que no piense solo en su próxima chamba sino en el bienestar del pueblo que dice gobernar.

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